La necesidad del asesor legal.
A nadie se le oculta que el mundo de la empresa está inmerso en una transformación espectacular. Transformación que, además, transcurre a una velocidad nunca imaginada. Todavía no hemos entrado en la revolución 4.0 y ya nos viene la 5.0.
Tanto es así que una de las causas de que compañías de éxito que se fundaron hace cincuenta años estén cayendo es su incapacidad o resistencia para transformarse al ritmo que los tiempos actuales requieren.
El Word Economic Forum revelaba hace unos años que nueve de cada diez empresas de la lista Fortune 500 que existían en la segunda mitad del siglo XX ya no existen.
Me viene a la mente una excelente reflexión del escritor Frank Gelett cuando escribió: “si en los últimos años no has descartado una opinión mayoritaria o bien adoptado una nueva, comprueba tu pulso. Puede que estés muerto”. A vista de la rapidez en que se desarrollan los acontecimientos, yo puntualizaría “si en los últimos meses (…)”.
Una de las evidencias que se observan en esta transformación es la necesidad de las empresas de contar con un asesor legal.
Hasta hace muy poco, la empresa solo acudía al abogado cuando tenía un problema puntual que resolver. Una vez resuelto el problema, el abogado regresaba a sus cuarteles de invierno.
Esa realidad ha cambiado. Hoy cualquier empresa – grande o pequeña – se enfrenta a tal cascada de normas, de obligaciones, de prohibiciones y, en definitiva, de autorregulaciones reguladas que no puede permitirse transitar por libre y llamar de vez en cuando a los cuarteles de invierno en busca del abogado.
El abogado de empresa.
El papel del abogado de empresa ha sufrido una gran revolución en la última década. Ha pasado de ser el profesional que resolvía pleitos y redactaba contratos a formar parte de los procesos de estrategia y de decisión de la empresa.
Por su mesa pasan cuestiones legales cada día más complejas. Complejidad que viene inspirada desde la llamada autorregulación regulada que obliga a toda empresa a mantener su relación con el Estado de una determinada manera en el marco de la ética empresarial, de la responsabilidad social corporativa (RSC), el buen gobierno y el cumplimiento normativo.
El abogado de empresa habrá de actuar desde dos posibles escenarios: como abogado “in house” o como abogado externo. Será la dimensión de la empresa o el sector al que pertenezca el que aconsejará uno u otro tipo de abogado.
La ventaja del abogado “in house” es que vive el día a día de la empresa. La ventaja del abogado externo es que forma parte de un equipo multidisciplinar y de especialistas que pueden atender a la empresa cliente desde diferentes ámbitos legales.
Lo que converge en ambos tipos de asesor es que habrán de partir del sentimiento de pertenencia a la empresa y de su compromiso con la dirección.
El cumplimiento normativo.
Cualquiera que sea el tipo de asesor legal, el cumplimiento normativo se presenta como una de las principales funciones del abogado de empresa.
Cumplimiento normativo que es complejo y que, además, se presenta con evidente vocación de expandirse a todos los campos en los que la empresa se desenvuelve.
La empresa de nuestros días debe prestar especial atención a cuestiones tan relevantes como, entre otras:
- Protección de datos de carácter personal.
- Planes de Igualdad.
- Políticas medioambientales.
- Políticas urbanísticas.
- Ciberseguridad.
- Compliance tributario.
- Contratación laboral.
- Riesgos laborales.
- Blanqueo de capitales.
- Ley de sociedades de capital.
- Acuerdos de socios.
- Estructuras holding.
- Sucesión de la empresa familiar.
- Protocolos familiares.
- Comercio internacional.
- Canal de denuncias.
- Compliance Penal.
La ininterrumpida cascada de leyes y normas que estamos sufriendo en los tiempos recientes hace del todo imposible que la empresa pueda si quiera conocerlas.
El abogado de empresa y el compliance.
El escenario de nuestro tiempo es que la empresa habita en un entorno de alta exposición al riesgo de incumplimiento normativo. En las más de las ocasiones – así lo estamos viendo – sin enterarse de ello.
Con todo, el mayor riesgo viene dado por aquellos incumplimientos de naturaleza penal en la medida en que ponen en riesgo de desaparición a la propia empresa y de prisión para sus órganos de administración.
La implementación de un modelo de compliance constituye, sin duda, una de las más urgentes decisiones del abogado de empresa.
Son muchas las ventajas que aporta a una compañía la implementación de un programa de compliance. Una de las más recurrentes es la de garantizar un cierto grado de seguridad jurídica y de tranquilidad para la propia organización y, sobre todo, para sus órganos de administración.
El objetivo primordial de un manual de cumplimiento es mitigar el grado de exposición al riesgo penal y las graves consecuencias que se derivan de él.
El compliance penal ha de ser entendido por el abogado de empresa como una excelente herramienta que se postula desde la determinación de comprometerse con la estrategia de dirección de la empresa cliente.
Animamos al abogado de empresa a que se empodere del concepto de compliance y transmita desde su iniciativa personal el valor de un modelo de compliance.