Una buena parte de las organizaciones que se plantean la implementación de un programa de compliance perciben que la única función que tiene es la de evitar que los integrantes de la empresa cometan delitos de los que pueda derivarse la responsabilidad penal a la propia empresa y a sus órganos de administración.
Con ser cierto que evitar la responsabilidad penal por delitos cometidos por terceros es una de las puertas de entrada en el universo compliance, no lo es menos que un modelo de cumplimiento tiene una misión mucho más completa: empoderar a todos los integrantes de la empresa en la cultura basada en principios éticos y en valores inspirados en el cumplimiento de la legalidad.
Hemos leído un post de la Word Compliance Association, de la que nos honramos de formar parte, que un modelo de compliance invita a todo integrante de una compañía a formularse 10 preguntas antes de tomar una decisión.
Por su enorme valor, con permiso de la WCA, nos permitimos reproducirlas:
- ¿Va en contra de las normas de la organización?
- ¿Creo que es lo correcto?
- ¿Tendrá un efecto negativo sore mi reputación?
- ¿Tendrá un efecto negativo sobre la reputación de la empresa?
- ¿Quién más puede verse perjudicado por mi decisión?
- ¿Qué pensaría una persona razonable?
- ¿Existe otra alternativa que no genere conflicto?
- ¿Podría dormir tranquilo?
- ¿Cómo me sentiría si se publicara en los medios de comunicación?
- ¿Cómo me sentiría se enteraran mis compañeros de trabajo?
¿Qué decimos en Tirant Compliancers?
La experiencia nos lleva al convencimiento de que éstas y parecidas preguntas son planteadas por quienes forman parte de una organización con un manual de compliance.
Nosotros te decimos que “estamos ahí para ayudarte”.