El actual panorama regulatorio de nuestro país hace inevitable que las empresas estén sometidas cada día más al riesgo de cometer alguna infracción.
Estamos hablando de protección de datos de carácter personal, de normas medioambientales, de protocolos de acoso laboral, de riesgos laborales, de obligaciones fiscales, de planes de igualdad, de auditorías retributivas, de compliance, etc.
Una de las características comunes de toda infracción regulada es que va asociada a un régimen disciplinario de multas de carácter económico con cifras a menudo astronómicas.
Con todo, el mayor riesgo viene dado por aquellas infracciones de índole penal cometidas por personas vinculadas a la propia empresa (empleados, directivos, proveedores, etc.) que pueden acarrear sanciones para la organización y para sus administradores, además de las económicas, de privación de libertad.
Son muchas las ventajas que aporta a una compañía la implementación de un programa de compliance. Una de las más recurrentes es la de garantizar un cierto grado de seguridad jurídica y de tranquilidad para la propia organización y, sobre todo, para sus órganos de administración.
El objetivo primordial de un manual de cumplimiento es mitigar el grado de exposición al riesgo y las graves consecuencias que se derivan de él.
La función del abogado
El abogado de empresa de los tiempos actuales ya no es aquel que actúa de manera reactiva, esperando ser llamado para atender la solución de problemas o ganar pleitos.
La profesión de abogado está siendo objeto de una transformación radical. El abogado que aspira a crecer es aquel que es fundamentalmente proactivo, que conoce perfectamente el negocio de su cliente, que camina un paso por delante de sus conflictos y desafíos y que ayuda a crecer a su cliente.
Este tipo de abogado nunca es considerado como un coste. Al contrario, se convierte en un activo diferencial para la empresa.
El compliance ha de ser entendido por el abogado como una excelente herramienta que se inspira desde la proactividad y de la determinación de ayudar al cliente.
Animamos al abogado de nuestro tiempo a que se empodere del concepto de Compliance y transmita al empresario – un paso por delante y desde su iniciativa personal – el valor de un modelo de Compliance.